Pincel de batalla

Ana Domínguez Espigares

Pincel de batalla

‘Guerra y paz en el arte ruso’ en Colección del Museo Ruso San Petersburgo./ Foto Ana Domínguez

Los artistas rusos buscaron mostrar al mundo la historia de su pueblo; una historia de héroes, pero también de desolación y tragedia; una constante dicotomía entre la gloria del triunfo y la devastación del conflicto.

Cuando Tolstói tituló a su obra Guerra y Paz en referencia a las vicisitudes sufridas por el pueblo ruso a lo largo de su historia, no sabía que se convertiría en referencia para la historia de la literatura universal y mucho menos en la inspiración para este brillante proyecto.

“Guerra y paz en el arte ruso” es la exposición anual que acoge el Museo Ruso de Málaga desde el pasado 30 de abril hasta el próximo 24 de abril. En ella, 183 obras relatan magistralmente un contexto bélico y social del pasado y presente de la nación rusa.

El viaje del visitante comienza adentrándose en el pedagógico arte medieval, que alabará el cristianismo y el triunfo del bien sobre el mal. La Edad Media rusa beberá de los iconos del Imperio bizantino tal y como se evidencia en la representación de guerreros santificados y mártires como San Jorge.

En su travesía, galopará a través de diversas invasiones y pugnas hasta llegar al siglo XIX, momento del que datan muchas de las obras de la colección. Coincidiendo con una época de exacerbado patriotismo y heroísmo, el arte emprendió la labor de retratar a militares y altos cargos que habían defendido el territorio frente al ejército napoleónico.

La filosofía propia del Romanticismo hunde sus raíces en una visión utópica e idílica del medievo como momento de gestación de las naciones que ahora se querían ensalzar. Es por ello que se vive en el arte occidental un especial auge de la pintura de carácter histórico. Muestran a los héroes rusos con cuerpos esculturales y marcados rostros patéticos que beben de la escultura helenística.

Como los grandes barcos que resultan inservibles en caso de emergencia y son las pequeñas barcazas las que salvan vidas, el pueblo, a menudo representado como símbolo de la nación, es el verdadero defensor del país. En Rusia, teorías filosóficas como la de Chernyshevsky propiciaron la aparición de una pintura de carácter social que alababa al pueblo y el paisaje ruso. Ya no se glorifica la guerra, sino que se pone de manifiesto la tragedia que ésta conlleva.

A menudo, los cuerpos sin vida se representan amontonados unos sobre otros, sin mostrar el menor atisbo de humanidad. El paisaje nevado y la sublime tempestad rusa acompañan el panorama desolador ante la fría mirada del enemigo.

La Primera Guerra Mundial supuso un colosal impacto en la sociedad rusa. Después de tal desgracia, el arte ya no podía seguir cumpliendo una función meramente representativa de un mundo del que no quiere formar parte.

El artista vanguardista quiere desligarse de una realidad que le atormenta, anhela la independencia del lienzo, su liberación de la metáfora “ventana del mundo” que venía acarreando desde el Renacimiento. La mímesis aristotélica abandona el ámbito artístico para dejar paso a la fragmentación, descomposición e incluso abstracción. Artistas como Sofía Dímshits-Tolstaia o Filónov toman prestados elementos propios del cubismo o del futurismo en la búsqueda de un arte puro, tan puro como el rojo intenso que pinta las paredes del museo y que brotó de cientos de almas que habían perdido la vida en la guerra.

La guerra ha destruido el alma y el cuerpo del ser humano durante siglos, por lo que la incertidumbre que protagoniza el panorama internacional actual demuestra el escaso aprendizaje del pasado. Cuando Tolstói planteó la dicotomía guerra-paz, sabía que esta última era la única vía de conciliación del hombre consigo mismo, con el mundo y con el arte.

La exposición: “Guerra y paz en el arte ruso”

Comisaria: Evgenia Petrova

Lugar: Colección del Museo Ruso San Petersburgo

Fecha: Hasta el 24 de abril de 2022

Horario: De martes a domingo de 9:30 a 20:00 horas