Iterum: movimiento, meditación y origen

En pleno Ensanche Heredia de Málaga, actualmente conocido como «Soho», se localiza una atípica galería de arte, el Estudio de Ignacio del Río. Expone, con frecuencia, obras de artistas malagueños, puestas al servicio de cualquier amante del arte que pase por calle San Lorenzo con una reseñable cercanía.

Al traspasar el umbral de la galería, lo primero que actualmente llama la atención es una extraña palabra: Iterum. Da nombre a su nueva exposición, dedicada al artista Víctor Carrasco. El término Iterum hace referencia a lo que se repite: a aquello que sucede una vez tras otra. No porque la exposición sea repetitiva, sino por el redundante movimiento plasmado en las esculturas de este artista, en su particular búsqueda de la evolución de la modelación. Así nos lo advierte el propio Ignacio del Río, uno de los comisarios y propietario de la galería, que expone por tercera vez a este artista.

Víctor Carrasco, autor del conocido busto que homenajea al músico malagueño Rockberto (antiguo líder del grupo Tabletom), se está consolidando como uno de los artistas más interesantes del panorama escultórico malacitano. Tras una primera fase creativa más figurativa y clásica, la abstracción ha ido cobrando mayor protagonismo en su obra, cargada de líneas dulces y armoniosas, pero igualmente expresivas. Líneas herederas del art decó, que son reformuladas y asumidas por el artista como parte de su propio lenguaje expresivo, perceptible desde los primeros bocetos de sus obras, proyectadas en origen sobre papel.

Una de las obras que más miradas atrapa es la titulada Ire, venire, una talla de pequeñas dimensiones en maderas de iroko y haya, que aportan un interesante contraste tonal. Su forma parece sumergirnos en un giro de movimientos incesantes, mientras la propia elección de sus materiales nos da cuenta de la filosofía que la envuelve. Son maderas recicladas: retales provenientes de ebanistas o incluso recogidos de algún punto de limpieza. Se trata, pues, de una escultura sensible y atenta con los denominados Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Esta propuesta expositiva se concibe como iteración, marcando el camino hacia la madurez escultórica de su autor, Víctor Carrasco. Cada obra permite contar los detalles de su propio proceso creativo, mientras revela el sorprendente cúmulo de referencias culturales de las que se nutre. Así, se desvelan, por ejemplo, sorprendentes miradas al primitivismo, como nos indica la co-comisaria de la muestra, Carmen Cortés.

Los títulos de las obras nos ofrecen una posible guía para quien se pierda entre sus movimientos. Títulos latinos acompañan a los castellanos en un juego que se asemeja al que entablan las propias obras entre sí. Estas no se suman al azar, sino que mantienen un diálogo capaz de formar un todo. Algunas, a modo de semilla originaria, nos invitan a volver sobre las mismas para observar su crecimiento, detenido y eterno… desde el vientre de Iterum.