Juegos y espejos: cara a cara

El Museo Picasso Málaga acoge hasta el 26 de junio de 2022 la exposición Cara a Cara. Picasso y los maestros antiguos, una muestra llevada a cabo en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

A modo de juego de espejos y analogías del arte, esta última muestra temporal del Museo Picasso Málaga invita al espectador a desentrañar los nexos y vínculos artísticos que Pablo Picasso poseía con la tradición pictórica española.

La muestra, ya expuesta con anterioridad en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, cuenta con un modesto conjunto de obras picassianas pero diverso en lo estilístico. Frente a este, se disponen pinturas de autores de la talla de El Greco o Francisco Pacheco distribuidas en una única sala a colación de sus temáticas. Recursos y géneros como el retrato, el trampantojo o la vanitas hacen de puente entre Picasso y estos antiguos maestros.

La concentración de las obras en una misma sala refuerza de alguna manera la eficacia expositiva. Además, su diafanidad, sumada a un elegante enmoquetado de la planta expositiva, transforma de alguna manera la línea estética del museo. Esta ambientación academicista participa también del juego de contrastes entre el siglo XX y las obras barrocas expuestas, toda una interesante aportación que suma en cuanto al entorno y al discurso contextual de la exposición.

Uno de los primeros juegos de espejos entre obras es el sugerido en torno a la temática del retrato. En él se enfrentan Retrato del Infante don Felipe de Bernardo Lorente Germán y Busto de hombre de Picasso. La comparativa pretende resaltar la evolución de este modelo pictórico picassiano, el cual con sus deformaciones y su particular toque de humor lograría fraguar una personalísima forma de representación en función a un claro bagaje academicista.

De la misma manera ocurre con los retratos ubicados en el bloque expositivo de El Greco. Gran admirador del pintor cretense, Picasso emplea la deformación del rostro en clave cubista en su segundo Busto de hombre, exaltando al maestro del XVI como uno de sus referentes en cuanto a la modernidad y el eclecticismo manierista.

En la línea de esta exaltación y desvirtuación de la norma y el academicismo, se presenta el Retrato de dama y caballero orantes de Francisco Pacheco frente a Olga Khokhlova con mantilla del propio Picasso. Ambos comparten la aplicación de los cánones de vestimenta para reseñar la pertenencia de los representados en una determinada sociedad. El empleo del naturalismo y los códigos realistas también se presentan como nexos de ambas pinturas.

Otras de las temáticas propuestas en el discurso expositivo son las del bodegón y el trampantojo. Esta última se hace presente mediante la exquisita obra Trampantojo de Diego Bejarano, donde un óleo logra engañar a la mirada del espectador haciéndose pasar por una tabla de madera con estampas sobre su frente. De igual manera, Picasso también participó años más tarde de este juego artístico del engaño, pero empleando la técnica del collage. Pescado es un pez hecho de cartón pero que cobra vida en la habilidad del artista y sus recortes de papel.

La estética gastronómica–artística continúa en Restaurante, un bodegón cubista que de forma alegre y dinámica muestra todo un repertorio de comida y bebida a modo de escaparate. Luz y tipografía contrastan con la pareja de este bloque, Vanitas de Cornelius Norbertus Gijsbrechts, quien desarrolla también todo un muestrario de elementos que representan la fugacidad de la vida, pero esta vez en clave barroca, academicista y casi mística.

Día y noche como contraposición de antigüedad y modernidad coinciden en el ocaso del genio malagueño para dar a luz un discurso expositivo didáctico, directo y asequible a cualquiera que quiera exponerse cara a cara con Pablo y los maestros antiguos.