Actualidad pasada: La Desbandá olvidá

Benalmádena homenajea a La Desbandá, uno de los episodios más funestos de la Guerra Civil española, a través de la memoria. Investigación y creación para la reivindicación del Guernica andaluz. Recuerdo vivo para una masacre que, en la bélica coyuntura que nos envuelve, cobra aún más significancia.

Hasta no hace demasiados lustros, la funesta Desbandá no figuraba en la narración de la contienda civil en Málaga, la otrora apodada la roja. La manipulación de la historia por el régimen se topó con la lucha reparadora por la memoria y la justicia de los tiempos. Así, Málaga comenzó a quitarse la venda y redescubrió una herida que, aún hoy, y tras casi dos décadas de movilización desde la cultura, sigue sangrando ante la indiferencia de una parte nada desdeñable de nuestra vida política. La Desbandá fue persecución, acoso y asesinato masivo de civiles en la carretera de Málaga a Almería (N-340) por la que huían tras la entrada de las tropas nacionales en la capital malacitana, en febrero de 1937. Las armadas y aviaciones fascistas y nazis acabaron con la vida de familias enteras, constituyendo uno de los episodios más cruentos de la Guerra Civil.

Benalmádena muestra la virulencia de este funesto acontecimiento desde dos visores complementarios. Por un lado, la exposición recorre las fotografías tomadas por Norman Bethune, médico canadiense que socorrió in situ a las víctimas de La Desbandá. A la apertura de nuestra centuria poco se conocía de este hecho. Fue el interés de Jesús Majada, comisario de la exhibición, quien se “topó” con una publicación sorprendente, sobre un pasaje del que nada parecía recordarse, al menos desde el ámbito académico. Majada rescató del olvido El crimen de la Carretera Málaga-Almería, del propio Bethune. Dicho diario, casi de bitácora dada las circunstancias, fue la llave que comenzó a desbloquear el olvido, disfrazado de silencio, que pesaba sobre la masacre. Las instantáneas de Bethune –sobre las que han trabajado artistas como Diana Dowek-, de una crudeza desgarradora, aparecen junto a extractos de testimonios de víctimas y familiares, además de aportaciones científicas sobre La Desbandá, brindando un interesante sazonador literario al feroz componente visual. Precisamente, es el sentido de la vista en el que la muestra se recrea en su segunda vertiente. Se nos propone un recorrido por la génesis, la intrahistoria y la postrera ignorancia del episodio a través de la producción plástica de diversos artistas. El recorrido parte de los coetáneos a la tragedia, ya fuere desde la diáspora -caso de Picasso, conocedor del atroz acontecimiento- o desde el cerco de la represión, mencionando a Helios Gómez o el perchelero Manuel Garvayo. Continúa con los artistas plásticos de hoy, con presencia de creadores locales y foráneos, incluyendo del País Vasco, que también lleva grabado a fuego otra tragedia que por los pinceles de la historia se derrama. Evocando El Jardín de las Delicias (aquí, de los desastres), José Manuel Urtasun expone su Tríptico de la Desbandá (2018) donde narra los tres escenarios del desastre: Málaga, Almería y la franja costera que une ambas capitales. La Carretera es alegoría de la reparación, de la búsqueda en el recuerdo para construir un futuro libre de lastres del pasado. Muchas de las piezas se tratan de exponentes del arte más actual, caso de Lola Recio o Elena Pino. No solo de pintura, en su concepción más conservadora, se compone el corpus artístico de Retornos de La Desbandá. Así, las viñetas de Carlos Guijarro aportan una diversidad técnica digna de resaltar. También la talla, de manos de Andrés Montesanto, tiene presencia en esta exposición interdisciplinar.

En contra de lo que ciertas tendencias proclaman, reflexionar, reivindicar y arrojar luz sobre La Desbandá es advertir que debemos hacernos fuertes en la cultura y la educación porque, como señaló Pitágoras “educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Visitar la muestra es recordar, volver a vivir para no reincidir.