Y Bardot creó la Costa del Sol

Roy Postigo López

La Térmica rememora a la incipiente Costa del Sol a través de la figura de una de sus primeras musas: Brigitte Bardot. Del virginal litoral de Torremolinos, al castizo ruedo ovalado de Mijas. De los tópicos costumbristas para el cine de los 50, a la creación del legendario destino de la libertad, y como no, del relax.

Bardot se ajusta unas castañuelas. Está descalza, ceñida en un vestido negro que aporta la discordancia cromática a las encaladas calles de La Carihuela. Dos andalucísimos bailaores la acompañan. Ninguno lo imagina, pero están forjando el mito, el santo y seña de la Costa del Sol.  La Térmica recupera para la memoria colectiva y archivística de la provincia una tirada de 400 instantáneas (de las que se han revelado 60 copias para la sala) tomadas durante los ratos libres del rodaje de `Los joyeros del claro de luna´ (1957) en emplazamientos como Torremolinos, Alhaurín El Grande o El Chorro. La mayor parte de las piezas se atribuyen al fotógrafo Yves Mirkine que, como amigo de la propia actriz, supo captar la frescura y naturalidad de la célebre joven.

La utopía autárquica rozaba su abocado fin, por lo que la dictadura redistribuyó sus esfuerzos al turismo. El franquismo, ávido de borrar la lúgubre España de Gutiérrez-Solana, pretendió exportar la costumbrista imagen de vino y olés a través de la aceptación de la llegada del cine internacional. Así, en 1957, la Costa asistió a la llegada de una estrella, una Marisol anticipada que vendió la postal de Torremolinos y aledaños por el mundo. Brigitte Bardot llegó, y nada volvió a ser lo mismo.

Fue de este modo como simples pueblos, de gente de mar y campo, llegarían a ser auténticos epicentros de la modernidad internacional. Desde la década de 1930 (con el parón de la contienda civil), lugares como Torremolinos y Marbella se posicionaron a la cabeza en los destinos vacacionales, cuando no de residencia esporádica o fija, para altas personalidades del cenáculo cultural y social europeo. De ello, un par de ejemplos de renombradas parejas: Dalí y Gala, en el Castillo del Inglés de Torremolinos; o a los Hemingway, en La Cónsula de Churriana. Fue esta la semilla que germinó a raíz de la llegada, en tren como se muestra en la exposición que nos atañe, de Bardot. La joven protagonizó `Los joyeros del claro de luna´, dirigida por su primer marido, Roger Vadim. La cinta, sin grandes loores para la historiografía del cine, comportaba una hibridación entre el tópico apasionado del carácter andaluz y unos retazos de aperturismo que brotarían en los filmes españoles de mediados de la década de 1970 (popularizado como cine de destape). Cabe detenernos en la artista, quien aun siendo una veinteañera, ya se alzaba en el Olimpo cinematográfico tras su precoz consagración en `Y Dios creó a la mujer´. La película malagueña de Bardot mostraba unos parajes idílicos, de playas inmaculadas y vetustas poblaciones enraizadas en una tradición tan exótica como apabullante. Sin embargo, el éxito de la propaganda emitida a través de la cinta sería sazonar el folklore de toros y peineta con tórridos amoríos. Una liberación tolerada, por aquello de seducir al foráneo, que no siempre fue bien recibida por la sociedad malagueña. Pedro Luis Alonso, alcalde de Málaga, tuvo reprimendas por parte del beaterío malacitano que no podía tolerar que Brigitte mostrase un hombro, o un pecho, en suelo español. Lo cierto es que este filme vio la luz solar de Andalucía, pero no la penumbra de sus salas de cine. Sin embargo, el mundo sí se hizo eco del plató que la película de Vadim había descubierto. Desde entonces, y teniendo como cénit los 60, la Costa del Sol (con Torremolinos a la cabeza) se convirtió en escenario de Hollywood. Por el Hotel Pez Espada, de excelso diseño vanguardista como baluarte del autóctono estilo del relax, desfilaron desde leyendas extranjeras como Frank Sinatra, Ava Gardner o Kirk Douglas, hasta los castizos rostros de Carmen Sevilla o Sara Montiel. Toda aquella pompa que rodeó a la Costa del Sol es heredera de la prematura estancia de Bardot en su verano andaluz de 1957. Torremolinos acogerá este verano la misma muestra que hoy se exhibe en La Térmica malagueña, resultando pertinente su conocimiento como testimonio de una etapa de nuestra historia. El acercamiento a la Costa del Sol se complementa en la propuesta con la inclusión de material gráfico y propagandístico (postales, ilustraciones, …) perteneciente a la época. De este modo se logra, junto con el resto de la muestra, un interesante acercamiento a esta era que, como digo, merece la atención del público.

Como aviso final: llévese unos auriculares a la visita. En la entrada a sala figura un código que remite a una lista de reproducción musical en Spotify. En ella abundan temas míticos de Bardot, excepcionales para acompañar acústicamente al deleite visual ofrecido por las copias fotográficas. La bicromía de las imágenes, la excelente iluminación de espacio y  obras, junto con este aliento musical, son alicientes de una muestra diseñada con gusto y criterio.

La exposición: “Brigitte Bardot, mito y clichés en Málaga”.

Comisario: José Luis Cabrera.

Lugar: Centro Cultural La Térmica.

Fecha: Del 19 de febrero al 6 de junio de 2021.

Horario: De martes a domingo de 11:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:30 horas. Lunes cerrado.