Ha sido un placer conocerlo, señor Gianni Versace

Entre telas vibrantes, diseños transgresores y estampados, el Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga nos adentra en el legado de Gianni Versace con una muestra inédita en España. Un recorrido que proclama el lema ¿“It’s Versace”?

Marzo comenzaba con la despedida de Donatella Versace como directora creativa de la firma. El mundo de la moda se llenó de añoranza; desde hace 47 años la casa italiana había estado dirigida creativamente por uno de los hermanos Versace. En este contexto, que celebra los hitos de la firma a modo de homenaje, la retrospectiva del Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga adquiere más sentido y profundiza en la respuesta sobre quién fue Gianni Versace y cómo convirtió sus pasiones en una visión única de la moda.

Íntimo, personal, privado y particular es el recorrido de la muestra según pasamos de una sala a otra. Resulta paradójico que estos adjetivos definan la exposición, ya que entre las piezas expuestas la mayoría son confecciones y accesorios concebidos para ser vistos públicamente. Sin embargo, la indumentaria parece ser el pretexto para adentrarnos en la figura de Gianni Versace. En lugar de crear un retrato del diseñador a través de sus prendas de vestir, la primera sala describe a Gianni Versace a partir de artefactos que forman parte de su proceso creativo (tubos de telas con estampados, bocetos, retales, botones o flecos), como se escenifica en el “espacio de trabajo”. Aunque esta zona posea un caos aparente, subyace en el taller un orden que captura la verdadera esencia de su visión y su proceso creativo.

El retrato íntimo del diseñador continúa en la sala dedicada a su residencia en Miami Beach. En este espacio la arquitectura del Palacio Episcopal de Málaga se conecta sabiamente con Gianni Versace, cuando la luz proveniente del patio sumerge a los visitantes en el universo sensorial que el diseñador creó en su hogar. Para Gianni Versace el hogar no era solo un espacio de descanso, sino una extensión de su creatividad: un lugar en el que la vida cotidiana se fusionaba con el arte. La cama, como centro de la sala, se convierte en reflejo de la personalidad de Gianni Versace, puesto que está cubierta por un edredón y cojines diseñados por él.

La sensorialidad es un aspecto latente en toda la exposición. Nuestros ojos tocan la textura, el peso, la suavidad y la rigidez de materiales como el tejido metálico de los vestidos Oroton, la seda de los fulares con estampados barrocos dorados, o de aquellos que siguen la línea del arte pop, las lentejuelas, cuentas y vidrios facetados del Evening dress y las tachuelas, las hebillas y las piezas hechas en cuero de la colección otoño/invierno 1992-93. Dicha experiencia háptica eleva la materialidad de los diseños y dan protagonismo a la artesanía, los materiales y los referentes culturales que el diseñador introdujo en su producción.

En síntesis, los artefactos de la muestra, que integran la cultura material de Gianni Versace, dialogan con la estructura del Palacio Episcopal hasta formar una armonía que envuelve al visitante. Para el diseñador la moda era parte de la “ópera de la vida”, esto es, la moda como un fenómeno holístico que puede encontrarse en cada aspecto de la vida. Con el acceso a cada sala invadimos el espacio personal de Gianni: curioseamos en su atelier, entramos en el dormitorio de su residencia, abrimos cada armario y pasamos la mano por las telas. Al salir de la exposición nuestra mente en vez de gritar “It’s Versace” aclama “It’s Gianni”.