Humor fiero y memes al museo

El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga acoge la obra del artista catalán Joan Cornellà, célebre en las redes por su retrato surrealista de la sociedad contemporánea. Esta exposición nos permite disfrutar de su ácido humor de una manera más cercana que nunca.

Con más de 150 obras entre viñetas y lienzos, el CAC Málaga ha habilitado un espacio para el inquietante relato de Joan Cornellà. Se trata de la única exposición individual que Cornellà ha realizado en el continente.

Mediante el absurdo, Dek Tau se presenta como una visión algo excéntrica y cargada de humor de la realidad del mundo en el que vivimos. Las caras sonrientes están presentes en cada una de sus obras, mientras los personajes se encuentran inmersos en situaciones que no tienen nada de divertidas (inspirado en los folletos de seguridad en los aviones de los años 50). A través de este recurso, el espectador se suma en un ambiente en el cual es difícil saber si debe reír o llorar, algo evidentemente intencionado por el propio artista.

Algunas de sus viñetas cuentan con una clara intención crítica, como es “Partner”, en la cual una mujer acaba siendo cortada por la mitad para poder ser su propia compañía. Otras, sin embargo, juegan con la sorpresa, y resultan en una especie de absurdo por el absurdo.

La obra de Cornellà, apodado “El Banksy del Cómic”, adquiere una distinción remarcable sobre sus contemporáneos, tanto por la sátira violenta, explícita y directa de su relato, como por su estilo único de representación del contenido, tremendamente pop, con un dibujo personal y sus icónicos y distintivos colores pastel.

Tras la publicación en 2010 de Abulio, Cornellà nos presenta diez años después Dek Tau, prescindiendo casi siempre del texto que caracterizaba a Abulio y añadiendo el color que podemos apreciar en Dek Tau. El título tampoco ha sido escogido al azar, si no que hace referencia a los diez años que Cornellà ha estado realizando la obra que vemos expuesta, siendo Dek ‘diez’ en esperanto y Tau ‘años’ en maorí.

En cuanto al montaje, cabe señalar que la disposición predominante de las viñetas, enfiladas en largas secuencias, puede jugar en contra de la experiencia del espectador, cuya limitada concentración puede llegar a agotarse a medida que avanza su visita, desatendiendo las particularidades de cada pieza. Dicho abigarramiento de contenidos (porque no olvidemos que la mayoría de la obra expuesta son viñetas, y cada una de ellas cuenta con seis imágenes), sumado a la repetición monótona de formatos, técnicas y paleta de colores, desencadena en cierta sensación de cansancio y repetición que como visitantes desearíamos evitar.