Ensueños de metal

Nerea González Cazorla

Ensueños de metal

El Centre Pompidou Málaga acoge al artista Julio González en una muestra colmada de creatividad e invención, mostrando cronológicamente el destacado ingenio del escultor catalán.

Donde lo material y lo inmaterial se funden, donde el metal se convierte en una herramienta para lo onírico, ahí es donde se sitúa la obra de Julio González. El artista catalán, quien pasaría gran parte de su vida en París y mantendría relación con un irreverente Picasso, va a ser una figura fundamental en la escultura del siglo XX, siendo todo un maestro del trabajo con el hierro que dejará su huella en artistas venideros.

Compuesta por más de medio centenar de esculturas y dibujos, la muestra, comisariada por Brigitte Leal, quien es asimismo la directora adjunta del Museo de Arte Moderno Centro Georges Pompidou, recoge la obra del escultor desde sus inicios, realizando un recorrido por su trabajo con el metal, mostrando así el gran ingenio del artista y su capacidad para transformar el material en obras de gran expresión y singularidad. La mayoría de las piezas expuestas provienen de donaciones realizadas por la hija del artista, Roberta González, entre 1953 y 1978.

La exhibición, la cual coincide con la exposición “De Miró a Barceló. Un siglo de arte español” del Centre Pompidou Málaga, se divide en seis secciones que viajan cronológicamente por la vida y obra del creador catalán. La primera parte del recorrido artístico expone las primeras piezas de Julio González. Destacan sus retratos esculpidos, creando contundentes máscaras de cobre repujado donde la individualidad de los representados (usualmente sus hermanas, Pilar y Lola) da un paso atrás para ceder protagonismo a líneas y volúmenes hieráticos y tajantes. En estas obras se observa el interés del escultor por representar la esencia del retratado más que por exponer su capacidad mimética, aspecto que se ve fomentado gracias a la pátina oscura del metal.

La segunda parte de la exposición exhibe los relieves recortados del artista, una nueva forma de su trabajo con el metal que inicia en la década de 1920, experimentando con el lenguaje artístico del hierro. Mediante el empleo de planchas de metal recortadas como si de cartón se tratase, González genera rostros variados mediante la superposición de planos de hierro, creando obras muy esquemáticas donde el juego de volúmenes y formas manifiestan destacadas y particulares fisionomías, llegando incluso a rozar la abstracción por la depuración formal de los distintos planos superpuestos.

Ya en 1930, Julio González da un paso más allá acerca de las posibilidades artísticas que permite el trabajo del metal, creando esculturas lineales donde el vacío es uno de los principales elementos. Mediante el empleo de varillas de hierro soldado y forjado, el escultor crea novedosas piezas de carácter geométrico protagonizadas por su contraposición volumétrica respecto al espacio circundante, convirtiéndose en todo un artista del vacío, título de esta sección. Su relación con Pablo Picasso fomentará este concepto artístico en su obra, viéndose ambos artistas mutuamente influenciados. Asimismo, el vacío como elemento formal de una pieza escultórica será clave en autores posteriores como Eduardo Chillida o Jorge de Oteiza, quienes continuarán el trabajo inusual del metal iniciado por el renombrado escultor catalán.

La siguiente sección de la muestra se centra en una pieza fundamental de su producción artística: la escultura que González denominaría “L’Insecte” (El Insecto), siendo nombrada “L’Ange” (El Ángel) por Picasso y conocida tradicionalmente como “La Danseuse” (La Bailarina). Su variada denominación expone la compleja iconografía de la obra, para la cual el autor realizó un profuso estudio del movimiento a través de la danza, tema clave en la producción del artista, generando la escultura a través del empleo de varillas y planchas de metal que juegan con los vacíos volumétricos. Los numerosos bocetos preparatorios testimonian la metamorfosis de la obra, observándose el proceso compositivo de la misma y el riguroso análisis realizado por el autor.

De la misma manera, los variados dibujos que inundan las paredes de la quinta sección exponen los estudios formales y compositivos llevados a cabo por el catalán, quien genera figuras híbridas y de gran dinamismo. Finalmente, la última parte de la exhibición muestra los postreros grabados y dibujos realizados por el artista durante la Segunda Guerra Mundial, destacando sus autorretratos.

En definitiva, la recapitulación de la producción artística de Julio González nos muestra un artista adelantado a su tiempo, decidido e inventivo, cuya obra, enérgica y fascinante, le llevaría a ser considerado el padre de la escultura de hierro del siglo XX.

La exposición: “Julio González”.

Comisaria: Brigitte Leal.

Lugar: Centre Pompidou Málaga.

Fecha: Del 27 de mayo al 17 de octubre de 2021.

Horario: De lunes a domingo de 9:30h. a 20h., exceptuando martes (cerrado).