Dos corazones, misma sangre. Dos artistas, misma pasión

Lo mejor y lo peor del ser humano unidos en un mismo espacio, la sala de exposiciones dirigida por la UMA ‘Espacio cero’, donde la diversidad productiva de padre e hijo pretenden guiarnos hacia una visión enfrentada de la sociedad.

Como diría el retórico y pedagogo Quintiliano, “en la diversidad está el placer”. Es lo que nos diferencia de otros, haciendo que seamos individuales y únicos. Es la misma diversidad la que produce en el ser humano el deseo de experimentar y de no caer en lo convencional. Esto es lo que nos ofrecen el humorista gráfico Ángel Idígoras y su joven hijo Pablo Rodríguez Codes en la primera exposición que realizan en conjunto: ‘El padre, el hijo y otros animales’. La diversidad compositiva y temática son algunas cualidades que contiene esta exposición, no obstante, ambos mantienen un estrecho vínculo argumental latente en todas las composiciones, predominando la preocupación por los problemas sociales y el amor por los animales.

Cuando pensamos en una exposición, probablemente caigamos en el equívoco de que todas las obras expuestas han de ser monotemáticas, compartiendo en sí una misma línea en torno a una idea. Sin embargo, la apuesta de estos dos artistas es tan contraria como variada. La exposición se divide en cuatro partes, perteneciendo dos a cada uno de los autores. Se inicia la exposición con un video representativo de la forma en la que Pablo Rodríguez realiza sus composiciones, con el fenómeno psicológico denominado ‘pareidolias’, titulada ‘Ahora veo lo que tú pintas’.

La amalgama de sensaciones que produce el pasear por la sala es dispar, se visualiza lo cómico y caricaturesco en ‘Entre la viñeta y el lienzo’, aunque con trazos de crítica social, y donde cabe destacar la multiplicidad de temáticas pintorescas representadas, jugando con las tonalidades cromáticas cálidas que casi podrían reproducir la atmósfera en la que se desenvuelve toda escena.

Estas escenas tan idílicas como grotescas se contraponen a lo encarnado en ‘Criaturas fantásticas’, donde los personajes extravagantes y a la vez siniestros cobran vida a través del lienzo. La caricatura se hace más presente en ‘Maestros’, allí se deforma de manera sistemática y burlesca a grandes artistas de la Historia del arte. El color y las formas casi geométricas son los grandes protagonistas de esta sección, proporcionando dinamismo a todo el conjunto.

Cierra la muestra el apartado ‘Camuflajes’, en torno a los animales, de una forma muy peculiar. Animales escondidos, expuestos a la visión de la sociedad, donde la presencia del ser humano deja su huella de forma muy evidente, tanto con estructuras, como con mobiliario cotidiano, entreviéndose la constante presencia y opresión del ser humano sobre los animales. Si nos fijamos con determinación en esta serie de cuadros que podrían suscitar lo patético, distinguimos distintos animales en peligro de extinción por causas humanas. Toda una crítica ante las situaciones adversas que produce el ser humano, escenas resueltas formalmente con una pincelada vibrante mediante contrastes policromáticos muy definidos.

Tanto padre como hijo sostienen la diferencia de estilos acorde a la estética de cada uno. Llama la atención la multiplicidad de sensaciones que pueden llegar a producirse en un mismo espacio, llevando al espectador a lugares diferentes, pasando por numerosas impresiones. Sin embargo, la conexión entre padre e hijo al realizar estas obras resulta evidente. Producen una visión del ser humano en conjunto, como una contraposición entre lo mejor que el hombre puede dar, como el humor o el arte, y también lo peor, la pobreza, las injusticias sociales o la exposición animal a merced del hombre y todos los riesgos que conlleva.

La exposición: “El padre, el hijo y otros animales”.

Comisaria: Natalia Meléndez.

Lugar: Espacio Cero. Contenedor Cultural UMA.

Fecha: Hasta el 17 de enero de 2020.

Horario: De lunes a viernes de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:30 horas.