Aquí hay gato encerrado

Javier Calleja ha conseguido acercar el arte a todos los públicos y lugares, desde el visitante más formado hasta el niño más pequeño, desde Tokio hasta Miami, y ahora le toca recibir el reconocimiento de su ciudad, esa en la que vive y crea.

“Ponte aquí que te haga una foto para mandársela al abuelo” le dice nada más entrar en la sala una mujer a su hija, y la niña sin salir de su asombro al ver un gato gigante se coloca junto a la figura del felino mirando los enormes ojos de cristal a la vez que su madre saca el teléfono para inmortalizar el momento. Como decía Drexler “perdonen que insista en elogiar las telecomunicaciones”.

Antes de visitar una exposición resulta interesante observar a la gente que guarda cola para comprar su entrada, en ese momento puedes elegir el rol que vas a adoptar al entrar, adaptar tu mirada y tu mente. Si eliges la mirada de un niño que se ilusiona como si fuera el protagonista de su serie favorita de dibujos animados te sorprendes al no ver las imágenes en una pantalla, están ahí delante, se pueden casi tocar (“do not touch”), son como un coloso que te mira desde arriba, pero en este caso con una mirada juguetona y brillante. Mr. Günter está esperando en cada esquina y cada vez que cruzas el umbral de una nueva sala los ojos vidriosos son como la cabecera de esos dibujos que nos hacían madrugar de niños, algo que conoces pero que no puedes parar de mirar. Las figuras de gran tamaño hacen que resulte sencillo pensar como un niño, todo te supera, como a Gulliver en ‘Brobdingnag’ o como Pulgarcito dejando piedras en el bosque.

La ventaja de adoptar una mente infantil es que cuando las obras te presentan algo más, aparece la mente de adulto para volver a colocarte los pies en el suelo. Gran parte de la muestra juega con la ironía, con mensajes dentro de los cuadros y de las esculturas que son un desafío al arte tradicional y su mercado. Mensajes como “no art here” sirven de crítica propia a todo el sistema del Arte.

Es curioso que toda la exposición está organizada para que se pueda disfrutar desde cualquier altura o punto de vista excepto la última sala, la de los ‘art toys’, pensada y colocada exclusivamente para un público adulto. Ahí es cuando despertamos del sueño infantil para darnos cuenta de que esto es arte, arte contemporáneo digno de un gabinete de curiosidades del siglo XXI, del que se vende en las mejores galerías del mundo y que la gente compra por inversión como quien compra bonos del tesoro.

Lo que se expone en el Centro Cultural Fundación Unicaja no se aleja de un cuento, ese que compartías con tus amigos y releías una y otra vez, sólo que ahora ese cuento no tiene papel sino fotografías y no viaja de mano en mano sino a través de stories por Instagram. Hay que tener en cuenta que el artista ha fundamentado su carrera en las redes sociales, eso le ha llevado a acortar distancias entre continentes y ha sabido entender el lenguaje universal de la comunicación del siglo XXI es instantáneo, directo y está presente en las pantallas de los smartphones de todo el mundo.

Esta exposición monográfica recoge obras icónicas de los últimos 7 años y piezas inéditas en un espacio que le va como un guante. Las grandes salas sirven de caja de zapatos para Mr. Günter, el gato de Javier, gran protagonista de toda la muestra, que aparece por todos los espacios, ocupando algunos en su plenitud, pero también aflora en otras representaciones generadas en los rincones de la mente del artista, porque en realidad lo que hace toda la muestra es enseñarnos cómo piensa y crea este Peter Pan malagueño.